¡La música está en decadencia! dijeron los Reyes Sagrados;
y se ordenó procesión de musas y semidiosas,
Iban con niños alados y con atuendos signados.
Y como hormiguitas en fila, iban hacia el Reino Rosa,
tocando panderos blancos y tamboriles armados.
Invocaban al Eterno, también a su linda esposa
que, de su poder divino, la música al darla: su agrado.
Al caminar con su encanto, poco a poco se impregnaban,
de sonidos de los cielos y las notas de los vientos,
y adelante una urna, donde ahí las colectaban.
Y llenaron de la urna ante celestial palacio,
pidieron al portero Ángel, permiso para una audiencia,
que al mirarlas tan graciosas asintió sin la renuencia.
Dijo el comunicado a la Gran Diosa Rostrellam,
recibiendo aquella hilera de grandes invocadoras,
que, con sensible respeto, al saludarle adoraban.
Su majestad le dijeron: la música está en decadencia,
nos han enviado los reyes de los Reinos de Alegría;
donde no hay inspiraciones en los genios musicales,
se tocan ahora canciones repetidas y triviales.
Bendiga su Majestad esta urna, de la procesión bendita
para que miles de notas lleguen a genios ahorita.
Y destaparon la urna más la bendición de Diosa,
saltaron chispas fugases y música esplendorosa
se transmitió todo aquello de la procesión virtuosa.
Y semidiosas y musas volvieron por aquel camino,
recibidas con honores y ya canciones novedosas.
Los tronos de la alegría con sus reyes tan sagrados
ofrendaron a la Diosa mil instrumentos dorados,
por salvar la decadencia de la música de agrado;
y ahora viven felices, cantando y tocando juntos.
Y así termina este cuento de música en cielo amado. Fin.
Lic. Isaias Gonzalez Arroyo