Diego Nicolás García Contreras

Impregna

Su olor a alcohol se coló en mi propios hálitos, 

Su barba greñuda en mis hábitos y esto es espanto.

Los hoyuelos que dejaron sus heridas en mi piel por sus ansiedades bifurcaron iracundos amaneceres.

Y todo es briza; es una caja de cartas y artefactos oxidados.

Cuantos millones de locos bailan naufragados desde un suspiro, palpitados como en delirium...tremens.

¿Cuantos dones nadiens presionan las teclas erráticas al son del abrazo de la incertidumbre?

¿Cuantos poetas erectan sus emociones en el frasco del amor cerrado?...

(Cuantos heridos, cuantos cigarros)

¿Quién empaña su vidrio en cualquier madrugada?

Y henos aquí, locos, pidiendo sigilo, augurando paz, pesares, y pedazos de pan por millares...

¡Limosneando amor! ¡Que loco!

En cautiverio pero huecos de sentido

Pregonando cadáveres entre aullidos...

Y presagiando premura de sentidos...

Entre nuestros malestares...

Y tú no te enteraste de cuántas bellas corbatas desperdiciaste en altares...

Que hoy no me otorgan el sueño...

Me desvelo y me duele lo que sale de mi velo... 

Me lastima el pelo de mi carne en deterioro...porque tras lo invisible lloro...

Porque soy un carnívoro que me devoro, por no ser cenicero sin decoro de estos tiempos de corcho...

¿Cuanta ayuda necesitan dos para ayudarse a sí mismos?

¿Cuántos cuadros hacen cuatro cuando cinco caen solos?

¿Cuántos colmos si con colmillos te matan y dejan en abandono?

En mi corazón hay una estaca y no es de viento...

Está al ciento por ciento clavada 

Cómo mi sombra en solicitud de rostro...

Amordazada como un nudo ciego...

Rodando como un dado que hecho vaina contiene las posibilidades de cientos de nacimientos...

De causas, de verbos...

Y yo tan eterno...

Termino.