Duerme la siesta una rosa,
encamada en un libro abierto,
serena y perfumada,
entre dos hojas, reposa.
¡Que pareja tan maravillosa!
Uno ofrece sus letras,
otra, esconde sus espinas,
mostrando sus pétalos rosas
Soplan vientos de alcoba,
brisas de perfume y versos,
flor que lee, y libro que admira,
esa belleza que emboba.
El amor entre ellos crece,
pero con el paso del tiempo,
la rosa se marchita,
y el libro, de tristeza perece.
José Antonio Artés