Cuento Corto: Espejo Frío
Érase una vez, un frío tan viejo que se miraba en el espejo. Cuando, de repente, se vió aterrado por el mismo viento gélido, en su corta, pero, extensa luz de su propia alma. Cuando, de pronto, se vió aferrado su inestable esencia como el frío en la piel de un astronauta, cuando el helio hace gravedad en su cuerpo. Entonces, se dió lo más petrificado del momento, cuando en el trance perfecto del viento frío, y se miró en el espejo, otra vez, y, ¿qué vió?, pues, al frío, y, ¿cómo era él?, pues, tanto frío, como el helado en el refrigerador botando humo y por tanta condescendencia, como cuando en el espejo se observa el frío dando vueltas. Cuando, de repente, se vió el frío indefenso, aterrado e inestable, y ése frío se dijo por última vez que no quiero ser más el frío y mirarme en el espejo y saber de que soy el frío. Y con sentir ese escalofrío y tan álgido viento en que sólo soy, pues, el frío, entonces, sin saber ¿qué?, que el frío era ése el que se miraba en el espejo y sólo sentía miedo, y temor y terror y horrorizado de espantos, cuando me miraba yo en el espejo sin poder continuar en la vida.
Moraleja: “No hay que temer a nada, hay que perseguir tus sueños y por hacer realidad, no cuesta nada”.