Aguila Dorada

LA NADA.

El recinto de la nada se asemeja a tus pupilas

tan oscuras tan vacías en las noches como espía.

Todo enfila, todo brilla con un beso de cosquillas,

con un guiño entre mejillas ocupando mis cobijas.

 

Porque mirar al vacío de tu corazón inquieto,

precipicio del desvío sin vivir mi abatimiento.

Porque vagar por el viento buscando incrédulamente

tus caricias amorosas confrontando así la mente.

 

Porque se me hace difícil hablar de lo que no existe

cuando descubro que todo por amor me lo pusiste,

el arco iris, las uvas, el gavilán y la zorra;

el regalo de mi madre presenciando así tu sombra.

 

El hombre se inquieta mucho por el Todo y por la Nada;

el Todo que lo inundas, la Nada en que te disfrazas

de tu ausencia en la presencia de su alma desbastada

por el devenir del tiempo descuidando sus espaldas.

 

Muéstrame Señor que eres en el Todo de mi vida

la Nada que me separa de tu mirada y la mía.

Lléname de tus canciones rezando el Ave María,

la que premiaste en la Nada con tu Presencia Divina.