Tu llegada se asemeja
a las estrellas, que cruzan el olimpo,
y al rayo que rasga el aire.
Tu fuego, calentó mi corazón
tu luz, iluminó mi alma.
Tu partida fue
como una noche tenebrosa,
como un tronco, sin llama.
Ya no late el corazón,
solo obscuridad, invade mi alma.
Sin embargo, aún vivo,
...aún vivo.
¡Gracias!