Retumbando por los suelos.
Durmiendo. Con las crines
al vuelo, como gaviotas estrictas
y degolladas. En la aparente
voluntad de un tiemblo de hielo.
Contenido el lenguaje, preservado
el cielo. Promiscua luna de los atardeceres,
habitas en el suelo. O en el cielo,
que más da. A mí, no me posees.
Sin imbecilidad, es sumamente
improbable enamorarse de ti.
Arrastro las manos de las serpientes.
Sus pechos voluptuosos en que
a veces caigo, sin solución. Me
resulta irresistible esa tentación.
De luna apaciguada, pacífica.
Y caigo, retumbando por los suelos-.
©