Sin perder la esperanza
Nuestra existencia
es como el mar, siempre en movimiento,
unos días serenos
otros embravecidos
también, más bien revueltos
otros con calma y brisa,
como las olas que vienen y van.
Es tiempo limitado
viviendo con la carne
pasajera de momento,
hará falta un milagro
en tiempo y forma,
con resurrección y vida,
réquiem aeternam dona eis dómine.
Final de la materia
pacífica o abruptamente
dando el gran paso
según los ciclos
trabajando la fe
en horas nuevas,
sin perder la esperanza.
Siempre buscamos
árbol de vida
de ahí el gran paso
hacia el gozo de Dios
en cielo y tierra
dando pasos sin retorno,
espera Señor, que te busco y confío.