HASTA EL LATIDO ME DUELE
Hasta el latido me duele,
hasta el aliento se queja,
el corazón se conmueve,
y la garganta se seca,
cuando se quita la venda,
y no es justa la condena.
La sombra engulle a la luz,
y la verdad se destierra.
Se quedaron sin morada,
sin agua, sal ni viandas,
sin un techo que les cubra,
faltos de hogar y de lumbre,
con los huesos ateridos,
del frío en el que sucumben,
la voz cuajada de escarcha,
sin futuro las miradas.
Caminante entre las brozas,
en la senda, como trampas,
esquivando sin las fuerzas,
necesarias en la marcha.
Solo queda la esperanza,
que no se ve en lontananza,
que apenas si se vislumbra,
en la tupida hojarasca.
Son caminos sin hollar,
los que quedan por andar,
para alcanzar lo que falta,
justicia que sea verdad,
para los hambrientos pan,
un lugar para el hogar,
y a salvo la dignidad,
senderos que no sean trampas.
Pasos, que agotados pausan,
el ritmo de la esperanza,
y vive en cada latido,
el aliento que hace falta.
No hay atajos en la vida,
que conduzcan al mañana,
ni vericuetos que ensanchen,
para atajar lo que falta.
El laberinto se mueve,
la salida no se alcanza,
más nuevas puertas se abren,
y se abren amplias ventanas,
para que entre a raudales,
la luz que las sombras tapan,
el sendero se hace explícito,
y se relajan las caras.
El amor viaja conmigo,
como un polizonte viaja,
sobre mis nervios se duerme,
y a mis entrañas se abraza.
Hasta el latido me duele,
cuando a quien ni cama tiene,
para su cansada espalada,
ni amor que sus pasos lleven.
Angel L. Perez
https://www.poemas-del-alma.com/blog/usuario-188210
29/07/2021