Mi cabeza no para de dar vueltas
sin más objetivo que preguntar
si tiene propósito el continuar
una historia que como tu bien
has definido ni siquiera ha empezado.
Son muchas las noches que en
soledad me cuestiono si tiene
sentido tanto decoro por mostrar
un silencio que no tiene más
palabras que las que resuenan
en la soledad de nuestro sino.
No es que me queje por no
encontrarte siempre que te
busco, no, me quejo por no
poder besarte bajo la fresca
hojarasca que nutre nuestro
débil amor, ese que se sustenta
por equilibrios entre juegos
de escondite y llamadas furtivas.
Nuestro destino nos la ha jugado
puesto que no era tiempo de
habernos conocido, ya que las
cosas siempre han de suceder
por orden de factores y no
por orden de pasiones.
Qué vacio me encuentro sin ti y
a la vez que maldito me llamo
por no poder parar este
amor que me consume y no
puede ser correspondido.
Los ángeles siguen su vida
y nosotros a duras penas
vamos consumiendo la nuestra
pensando en un mañana
juntos que podrá ser pero
que parece no llegar nunca.