Una fijación hay en mi mente
como un quiste de alguna enfermedad incurable
una mente que comenzó como hoja en blanco
una mente que inició rebosante de palabras
palabras alegres fluian a mi boca
vigorosas, variadas brotaban a borbotones
como niños traviesos, como bandadas de aves
palabras ingeniosas para contar historias,
palabras risueñas, palabras misteriosas
palabras incansables en derredor se expandían
un himno a la aventura y a la fantasía le cantaban
Pero sucedió
que esa fuente aparentemente inagotable
de alguna manera atrofió su flujo
y de pronto quedaron dispersas las palabras
tan solas como cuentas de un collar roto
extinguiéndose imperceptibles
como se pierden los juguetes en las casas
las monedas en las calles
las almas en plenilunio
en la espuma del mar turbio
así amanecí de pronto un día
sin voz, sin historias, sin himno ni nada
He andado ya tanto y ni rastro queda
pepenando voy una a una palabras heridas
en un mundo cruel que fantasía
nobleza, amor y esperanza no desea
yo las recojo pretendiendo compensar mi gran vacío
pero herida la palabra carece de emoción y fuerza
no hay cadencias en los poemas
no hay ensueños que alienten la creación
no recuerda su himno el corazón
Cómo añoro ese inicio ya lejano
esas imágenes prolíficas de una mente incesante
esos labios que desconocían la mueca del dolor
esos oídos no profanados por la discordia
y la monotonía del lenguaje escueto
cada vez más vulgar y retorcido
Tan lejana está esa época
cuando la palabra estrenada
se hilvanaba y exhibía
en emocionantes e intensos versos
eran tantas, tantas como flores en primavera
como gotas de lluvia en la pradera
he andado mucho, he perdido tantas
sacrificadas en algún rincón de éste espacio
a donde solo las hadas o los querubines
sin mácula de malicia han de alcanzar
ya no tengo palabras, ya no tengo voz
me cansa tanto este caminar despacio