Cada mañana busco mi café
en un lugar extraño y lejano
un lugar que me deja instalado
en un presente sin fin.
Un instante que dura tan solo
lo que dura ese invaluable café
un momento que sana
una pausa de haberes y deberes.
Y en esos minutos de reconciliación
donde acude a mí ese café
música de aromas inolvidables
ocurre algo maravilloso.
En ese efímero instante
fugaz que debo recuperar
surge la incontenible necesidad
de volver a la mañana siguiente.