Hoy al despuntar la luz matinal
sentí el flechazo de tu ausencia.
Ciertamente, no me ocupa un asunto trivial;
es la alegría de tu anhelada presencia.
Es poco el atisbo de esperanza que me das,
pero me alegro si oigo el sonido de tus pasos.
¿Cómo no pensar si vendrás o no vendrás?
¡Es que han sido tantos contigo, los fracasos!
-*-
Hoy, todo mi entorno es más brillante,
es que escucho el sutil sonido de tu voz.
Siento el latir de mi corazón agonizante
y él me habla de ese adiós tan precoz.
Rigurosos y firmes han sido tus pasos.
¡Estos, ya se han hecho inconfundibles!
De tu andar, con mi pluma, hago trazos
y los sigo porque, ante mi, eres posible.
-*-
¿Cómo no saber qué tú eres mi amor?
Si vas dejando a tu paso una estela.
Son de las flores y las rosas el olor
y tu pasión portadora de una estrella,
esa misma que haz de ofrendar al Señor.
-*-
¡Tú llegada fue y será siempre honrosa,
porque viene adornada con las rosas!