Raiza N. Jiménez E.

Tu Llegada.-

Hoy al despuntar la luz matinal

sentí el flechazo de tu ausencia.

Ciertamente, no me ocupa un asunto trivial;

es la alegría de tu anhelada presencia.

Es poco el atisbo de esperanza que me das,

pero me alegro si oigo el sonido de tus pasos.

¿Cómo no pensar si vendrás o no vendrás?

¡Es que han sido tantos contigo, los fracasos!

 -*-

Hoy, todo mi entorno es más brillante,

es que escucho el sutil sonido de tu voz.

Siento el latir de mi corazón agonizante

y él me habla de ese adiós tan precoz.

Rigurosos y firmes han sido tus pasos.

¡Estos,  ya se han hecho inconfundibles!

De tu andar, con mi pluma, hago trazos

y los sigo porque, ante mi, eres posible.

 -*-

¿Cómo no saber qué tú eres mi amor?

Si vas dejando a tu paso una estela.  

Son de las flores y las rosas el olor

y tu pasión portadora de una estrella,

esa misma que haz de ofrendar al  Señor.

 -*-

¡Tú llegada fue y será siempre honrosa,

porque viene adornada con las rosas!