Oscar RSM

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Cuando la hoja estaba dormida;

No sintió el pesar de la mano

Sobre su pálida piel impertérrita

Donde quedaron sombra y aliento tatuados,

Ni sintió las palabras ariscas que rumiaban a medio secarse.

Ni la mirada nerviosa que escrutaba sus rincones más íntimos

Ni la luz de lámpara que estiraba las horas nocturnas.

Ni las marcas conjuntas que permeaban su espalda

Ni el olor agrio del marcador fluorescente.

Pues al final la hoja solo sentía

Lo mismo que sienten las fibras de un hilo al coserse.

 

Lo mismo que sienten las células al formar un tejido

Lo mismo que siente una nube formando el cielo.

Lo mismo que un lector cuando lee a escritores antiguos.

Que siente que está a la deriva; que somos unidad de todo y nada.