Cuarenta y tantos, yace príncipe en cajón,
castillos vacíos de princesas,
la luz de la esperanza encendida,
no hay potros desbocados, si brazas de pasión,
no hay frontera, sin límites… perfecta medida;
no habitan sueños de ser infinito,
tampoco miedos por ver llegar el final,
aún con prisa, disfrutar es lento y bonito,
un poco dulce, un poco tierno y brutal;
no se compra espejitos de colores,
en mano, maletín lleno de ilusiones,
el pasado no es desvelo, no existen dolores,
si se pesca, de seguro... no será desilusiones;
las figuras preciosas no encandilan,
lo que alumbra a los ojos no iluminan,
con cuarenta y tantos encima,
si se pierde la cordura, se la pierde con razón.