Caen los chuzos de punta,
los carámbanos lloran su desconsuelo
con lágrimas de hielo.
Amaneció hace horas
y el cielo sigue negro
presagiando granizo
mientras rojos pinceles
encienden amenazas en el horizonte.
Hace siglos que el sol murió de hastío
se consumió de pena y de vergüenza
al ver taladas las selvas
incendiados los bosques
envenenada el agua.
La madre tierra tiembla
y en cada estertor
revienta sus ciudades pústulas,
se arranca el sudario de asfalto
y los corsés de acero que la oprimen.
La madre tierra arde
la fiebre estalla en ígneos volcanes
que arrasan las colonias de virus que la infectan
y un llanto desbordado
libera su corteza de piojos y de chinches.
Cuando todo se acabe
brillará un nuevo sol en el espacio
y cantarán las aguas cristalinas
saciando estepas y desiertos
pero ya no estaremos aquí para contarlo.