[¡Apareces!
Cirios delatas, lámina canora,
el mirar encantado;
en mi detrás (¿acaso mi delante?),
una figura, como sueño alado
acecha; su belleza: mi agresora;
acre visión fluctuante.
Dilata la pupila oscilante
mi ansia exploradora;
ya navego el cabello azulado,
ciñendo la isla blanca anhelante,
arenal habitado
por esmeralda sierpe y roja flora,
[¡Tu boca!
destilando semítico conjuro
ígnea copa rubí.
«¡Libérame Nimue, soy yo, Merlín!»,
Viviana traicionera te plañí;
«Siglos arrostro el olvido sinfín,
prisionero del curvo vidrio oscuro;
¡déjame regresar para abrasarte,
deja, libre, a mi arte,
una nueva caricia procurarte!»
¿Te marchas? Ardid infecundo.
¡De mí te tornas alma seductora,
ser reverso y absoluto,
rostro amado del espejo astuto!