XVI. He estado buscando algo que no puedo precisarme:
Una costumbre, una muerte, un salvataje,
Un puñado de tiempo.
He estado buscando algo que puede no precisarme:
Me abandono, extranjero de mí,
A este cuerpo que se refugia en tu espalda.
XVII. Entre tu silencio y el mío
(Más bien al borde de ambos alientos)
Se alargan nuestras siluetas en la pared,
Guerrea una volátil invasión de luciérnagas,
Estallan pétalos de Santa Rita y ortigas,
Parpadea cómplice el farol de la vereda.
XVIII. Derrumbamos la última guarida,
Fatigamos todo el sebo y tantísimo horizonte,
Acariciamos tiernamente al más verdugo de nuestros miedos
Y aquí estamos, iniciando el relato
Del sueño que olvidaremos al despertar.
XIX. Sembramos pedacitos de un símbolo
En cada esquina del colchón.
De pronto, estábamos rotos y religados.
De aquí en más moriremos
Un poco menos
Repartiéndonos en otras camas,
Reencontrándonos con otros nombres.
XX. Cuando ya no haya más resto de nosotros
Quedará algo de mí entre tu música,
Trenzado a tu deseo, mezclado a tu saliva.
Quedará algo de vos entre mis párpados,
Trabado a tu recuerdo, construyendo mi soledad.
XXI. Con el frío tizón del mañana,
Ese opaco reflejo tuyo que siempre he sido
Irá exagerándose, evaporándose,
Atenuando los sonidos
Cuando te vistas en otro dormitorio.