En tu corcel de cantos
te veía y me parecías un
bello indio, con piel de bronce.
Fuerte, travieso y atrevido,
te presentaste ante mí.
Mi ideal: el hombre que
yo amaría, hasta la vida
y hasta la muerte.
!Mi hombre!
***
Esta chiquilla imberbe
no pedía más, tú lo eras
todo, mi todo. mi ídolo,
mi cosaco, el danzarín.
El joven pícaro e inquieto
que me guiñaba el ojo,
en esa señal de: me gustas,
te quiero y nos queremos.
¡Ahora, nos entendemos!
***
¡Tú fuiste Ese, mi Este!
Mi caballero de salón,
mi marinero de tierra,
mi trovador en el amor.
Mi único y final amor.
***
¡Nada y todo me unió a ti!
El lenguaje de las sonrisas,
de las miradas cómplices
y un beso frugal robado,
en el apuro de un: hasta luego.
De un adiós que nunca más
fue hasta luego.
***
Esa fugaz despedida,
selló en mí, el pacto sin fin.
El trato con un amor que sería,
el amor que nunca fue
y que nunca se fue .
***
¿Por qué?
Es siempre tu pregunta:
Yo no lo sé, es siempre:
mi respuesta.