Quisiera hablar de él, pero sería injusto
para tantos sin nombre
en el mismo cadalso.
Sus vidas se despliegan en el horror cotidiano
o mejor dicho se pliegan.
Son responsables, es cierto,
tan responsables como invisibles
solitarios, errantes.
Buscan amor,
buscan amor.
Siempre lo mismo
y sin embargo éste les hace un guiño y se les escapa por la tangente.
Subidos a su propia montaña rusa
son los dueños de nada
aunque lo tengan todo.
Son el dolor de la familia.
La mirada que esquivamos.
Una estadística que se omite,
eso, eso:
son un número.