La rosa de tus labios me arroja al día que nos conocimos, para saber la verdad de mis sentidos. Mis latidos, desesperados por ver esos ojos negros que me miran con amor, dan esperanza a mí corazón. Que nunca se cansó, que todos los días pensaba y discutía con el alma por ver quién tenía la razón.
Un vidrio empañado. Vos desnuda, y tal vez, desnuda del alma también, secando cada rincón de la escultura de tu cuerpo. Y yo perdido al verte, embobado, no puedo entender lo lindo que es estar enamorado.