Mato a esta errática figura
que le huyeron los aplausos en estrados,
reniego el amar en esta vida mía
es hora de coartarme en mi basura.
Acabo con mis yerros tan fangosos
no deja de molerme, su psicopatía:
ahonda en mi espíritu tu imagen tibia,
achacándome la poca fama que tenía.
Muerte, quien ahora responde a este quejido,
mientras venas vaciadas en la escena,
vida, se me escapa en derrota del respiro.
Y dictamen será de este suicidio;
que, sin gloria, se ahogó en el sinsentido
machacado por fracasos en su idilio. Fin.
Lic. Isaías González Arroyo.