Asusta el breve tiempo mente humana
que no lograr ni quiere, tan miedosa,
saber de amor el plazo, lastimosa
muerte, o la vida dulce en que se ufana.
El ciego amante ocupa el sueño, vana
Herramienta, que mira pesarosa
manecilla a su afán, y presurosa
al recuerdo, en ambos tiempos llana.
Más le vale, quizá, presente y vivo,
disfrutar del cariño cotidiano
en que la amada surte, basta y fina,
el corazón que no cobarde, esquivo,
se muestra al tiempo presuroso, llano
que el alma nuestra, sola, peregrina.