Me deja el viento
fragancias de la tierra
y de los mares.
Campos sembrados,
de trigo y cereales
para vivir.
Aguas bravías,
bautizo de grumetes
en pleamar.
También la brisa
me deja sus caricias
con suavidad.
Unas del hombre
y el niño de la tierra
junto a su hogar.
Otras del joven
remando, en su trainera,
rumbo a la mar.
Y a todo esto
el viento se encabrita.
¡Hay temporal!
Corren las nubes,
los árboles protestan
del vendaval.
Y la galerna
se ensaña, cual juguetes,
con las traineras.
Amigo viento
te ruego que me cuentes
tantos sucesos...
Rafael Sánchez Ortega ©
30/01/21
Muchas veces el viento es el protagonista de los versos y se convierte en el amigo, el confidente, el mensajero y hasta en uno mismo, como espejo y reflejo de la conciencia del poeta.