Dibujada en el lienzo de mi verso,
la justicia, benévola sonríe;
y en su faz tan serena se deslíe,
de piedad, el fulgor del universo.
Yo le pinto su espíritu tan terso,
con el aura de luz que la atavíe,
con esencia divina que rocíe,
del amor, su plumaje tan diverso.
Impregnada de noble gallardía
yo la visto con saya de ternura;
y en sus ojos dibujo bizarría
fecundada por paz y por mesura;
que levantan su espada de armonía
que termina del mundo su amargura.
Autor: Aníbal Rodríguez.