Joseponce1978

La piel de serpiente

Cuando Filiberto llegó a su casa y abrió la puerta, descubrió en el suelo la piel de una pitón reticulada que salía del salón, atravesaba el vestíbulo y se perdía en la puerta de la cocina. Vivía solo y antes de irse a trabajar por la mañana temprano, como tenía por costumbre, había dejado todas las ventanas y las puertas que daban al exterior cerradas. Aunque solía levantarse con sueño y salir medio adormilado, estaba seguro de que aquello no estaba allí esa misma mañana. Extrañado por el hallazgo, buscó un extremo y con parsimonia, enrolló los 7 metros de piel antes de meterla en una bolsa de basura y salir a la calle para tirarla al contenedor de materias orgánicas.

Volvió a entrar en casa y se puso a buscar algún resquicio por donde el reptil hubiese podido entrar o salir. La puerta del cuarto de baño estaba cerrada, por lo cual no se había podido colar por el inodoro. Las rejillas de los conductos de ventilación estaban bien fijadas a la pared y sus ranuras eran demasiado estrechas para que un ofidio de semejante grosor se hubiera podido colar. Por lo tanto no era complicado deducir que la serpiente debía seguir dentro de la casa. Lo que no estaba tan claro era el tiempo que podía llevar dentro, y entonces cayó en la cuenta de que llevaba más de 1 mes sin ver a su gato Frufrú, cuando dió por hecho que se lo había llevado Cintia, la amante a la cual había dejado una mañana durmiendo y cuando volvió del trabajo se había marchado de casa sin dejar rastro. Alrededor de 2 semanas atrás, también le resultó extraño haberse despertado a medianoche impregnado de una sustancia viscosa tras haber tenido una pesadilla en la cual estaba regando las plantas y la manguera se le liaba por el cuerpo. Ahora cuadraba todo, y como estaba agotado por el duro día de trabajo, abrió la puerta y las ventanas y se tumbó en su cama.