Anhelo ascender alto con mi melancolía...
Esa que anuda mi alma, en las noches frías,
esa que devuelve mis deseos al espacio
y, a veces, tornase ocre como el topacio.
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Todo es y no es, no se va y ya se ha ido.
Son olas de penas y me he confundido.
Me abrazan los pudores en las noches.
No hay en mi cuerpo de amor derroches.
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Quisiera surcar este mundo sin recuerdos
y con el desbordado amor, tener acuerdos.
Jamás me inclinaría como esclava de amor.
Sin embargo, a veces, me abraza el temor.
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Qué el amor debe fluir libre como el viento
y qué el amor no obedece a convenimientos:
Dicen los que evitan que el amor sea proscrito,
ya que, nada en el amor está sujeto a lo escrito.
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Dicen los que saben de amor qué no hay ley,
pero, a veces, se respeta, lo que mande el Rey.
Y yo que he vivido entre los Magos y Gitanos,
me avengo y acato lo que dicen los ancianos.
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¡Se como el agua del río, como las olas del Mar,
libre para nacer, vivir y morir y Águila para amar!