Por fuerte que soplen los vientos
que nunca te quiten la vida;
la vida, con tus sentimientos,
que nunca se da por vencida.
Por mucho que tiemble la tierra
que nunca te quiten el sueño;
el sueño, al que tu alma se aferra,
cual viento que sopla costeño.
Por mucho que caigan tormentas
que nunca te asusten sus truenos;
los truenos, con luces violentas,
que luego habrán tiempos serenos.
Por mucho que lluevan tristezas
que nunca detengan tus pasos;
los pasos, que con enterezas,
irán superando fracasos.
Por mucho que salgan espinas
a la vera de tu camino;
será el camino, que caminas,
labrando tu propio destino.
Por más que retumben los mares
que nunca detengan tu barca;
la barca, que en muchos lugares,
tu estoicismo siempre remarca.
Por más que aparezcan serpientes
en las veredas pedregosas;
de las veredas, florecientes,
florecerá un jardín de rosas.
Por más tempestades que vengan
nunca abandones la confianza;
confianzas, que siempre sostengan,
con fortaleza la esperanza.
Por mucho que sufras dolores
que nunca te venza la angustia,
la angustia, con sus sinsabores,
que ponen la mirada mustia.
Por mucho que oscurezca el cielo
la estrella seguirá encendida,
encendida, dando consuelo…
y titilando por la vida.
Por más que el alma esté dolida
nunca claudiques, sé testigo,
testigo del Dios que te cuida,
¡Porqué Dios estará contigo!