Entre las cosas que veo,
las que creo o me imagino,
las que no sé si me entero,
las que no me importan nada
si no sé de qué se tratan,
las que se encuentran sin asco
amontonadas en pilas
sobre escritorios de pino
con la comida italiana
que cocino los domingos,
no sé dónde me pondría
a buscarte en el invierno
para escucharte arrobada
todo el día sin lamentos.
Entre las nubes del cielo,
las estrellas y la luna,
me acuerdo de tu cariño,
tu soporte irreprochable
siempre incondicional
a esta mujer embobada
en mi pasión que recuerda
todas las cosas pasadas
buenas, malas o escondidas
en la historia de mi vida.