Mi casa está llena de fantasmas
Mi casa no está embrujada, pero está llena de fantasmas.
Abriste la puerta y cruzaste el umbral
a través del cuál no te puedo seguir.
Tomaste la mano del extraño y saliste a la noche sin estrellas
y ahora estás perdida, en el frío y la nieve.
Cerraste la puerta detrás de ti.
Ahora caminas por la playa eterna sin mí
y tus pasos no dejan huella en la arena.
No te puedo seguir.
La luz de tu habitación permanece apagada.
La cama está hecha, aunque ya no vas a venir a dormir.
Ya duermes, tal vez si duermo te encuentre un día,
en el sueño del que nadie despierta.
Mi casa está llena de fantasmas,
pero no escucho tus pasos.
Cierro los ojos y no oigo tu voz.
Ven por la noche a perturbar mi sueño,
arrastra cadenas, apaga las velas.
Toca mi frente con tu fría mano,
arrúllame antes de dormir.
Toma cualquier forma, entra en mis pesadillas,
visítame en un delirio febril. No me permitas olvidarte.
Déjame sentir el frío en los huesos, susurra en la oscuridad,
atraviesa la noche con un alarido desgarrador.
Grita mi nombre, no me permitas olvidar tu voz.
Deja caer mi vaso favorito del mesón.
Aprieta mi corazón, llena mi garganta de espinas,
atraviesa mi pecho para no poderte nunca olvidar.
Atorméntame, sube el volumen de la radio.
Despiértame cada mañana con el clamor de tus labores.
Sacude esta casa maldita con tu tempestad.
Visítame en sueños, en campos de flores.
Invítame contigo a caminar por este valle de sombras,
cruza el firmamento en una noche estrellada,
déjame un mensaje en los colores del atardecer.
No estás bajo el viejo árbol,
tu sonrisa detrás de unos lentes,
el espacio vacío de tu silla.
La radio ya no funciona.
Mi taza de café está vacía.
Sé que estás aquí por el frío que dejaste en mí,
hay una foto arrugada en la pared,
sé que no te inventé.
Ya no estás en esta casa
en la que vivo con fantasmas
que ni siquiera puedo sentir.
Ni siquiera escucho el eco
de los que se fueron antes de ti.