Los dolores se van con el viento,
eso me decía mi abuela, si gemía,
Pero, yo me quedaba sin aliento
mientras mi desecha alma moría.
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En las noches seguro había rezos.
Todos los familiares eran devotos,
tras el rosario llegaban los besos
y los adultos concebían sus votos.
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Qué cosas nos dicen los adultos,
para apagar con afecto las penas.
Hoy yo me reprocho los insultos.
Ella, solo quería arrullar a su Nena.
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Sin duda, las abuelas son tutoras,
velan que nadie toque a sus nietos.
La mía, era una afinada veladora.
No nos dejaba hasta estar quietos.
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¡El que tenga aún viva a su abuela,
que escriba con ella una novela!