La sensación de fallar a los demás,
es propio de personas empaticas pero inseguras,
es la lenta dinastía y tiranía de personas buenas,
es a veces debilidad e impotencia ante las oscuras amenazas.
Hay personas que nunca piensa en ello,
hacen siempre lo que les viene en gana,
aunque no sea lo correcto ni lo estoico,
no piensan en los demás, solo en su existencia.
Pero hay que llegar a un equilibrio,
no es posible ser siempre bueno y perfecto,
yo admiro y respeto el suave altruismo,
pero casi nunca es posible practicarlo.
Admiro las personas que a los demás ayudan,
soy un agradecido eterno de las acciones buenas,
nunca olvido las personas que se entregan,
pero eso debe hacerse sin esperar respuestas.
Yo al menos trato de devolver las ayudas,
aunque cada vez admito mejor las críticas,
yo no vivo para ayudar a los demás,
porque..por desgracia debo primero cubrir necesidades básicas.
Hay muchas personas con conciencias laxas,
esos no piensan en sí fallan a los demás,
en muchos ámbitos competitivos eso son ventajas,
hay que buscar el equilibrio de las energías.
Energías que desarrollan tu autoestima,
energías por al menos devolver y agradecer las ayudas,
energías para mejorar tu subsistencia,
energías para ensalzar a tu familia.
La sensación de fallar a los demás,
debe ser causal y Real, no ficticia,
todos tenemos melancolías en las ánimas,
me gustan las olas que me olvidan de las culpas.