Risueña ante la improbabilidad
satisfecha mujer de cera
en la laxitud de los días llamas
provocando el hastío de mis memorias
ese testamento a la gloria vencida
esa ofrenda a la lluvia y a la nada
donde todavía golpean con furia
el ruido de tus absorbentes títulos
la probabilidad de quedar muerta neutra
bajo el corazón asilado del poema de Faulkner.
Yo quemo mis vigilias duro apenas un instante
en que meter el tedio propio y ajeno en un guante
donde la luna solloce mi desaliento y el tuyo.
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