Elizabeth Maldonado Manzanero

Suicidio cotidiano.

Muerte criminal ahuecas relámpagos de placidez,

llegas sin invitación a lugares sin tiempo

a crearme minutos en horas que no existen.

Eres guadaña segura de mis remembranzas

acudes a mis recurrentes vacíos.

Aire que se asfixia en el aire, con el aire mismo.

lamento de los ojos convertido en sombras

con esta espantosa frialdad de la noche

me reconfortas, presidiendo mi tiempo

con escombro disperso de las horas,
lenta y puntual me desdibujo para pintarme luego,

deshabitada, pálida, desnuda, tan solo cobijada

de silencio, eres hija de mis remolinos,

vacío que apresura mi calma, y demora

al ausente y delgado hilo de sangre que deshincha

sobre mis pupilas ardientes, el signo feroz que delata

aun sobre mis fermentados núcleos la vida

indecisa, desolación que me moja

¡Qué vicio el mío de convidarte siempre

a la aurora, umbral de mis querellas!