Miguel Ángel Miguélez

SILENCIOS LUMINOSOS

 

Silencios luminosos

 

(alejandrinos blancos)

 

*

 

A veces amanecen silencios luminosos

y espesos, como un barro llameante, o sutiles

como aire en que retornan frágiles los recuerdos

y forman cuerpo y pesan, como pesan los años

por detrás de los ojos, que miran el vacío

que dejan las personas que, de pronto, se van

sin saber para dónde, sin decirnos adiós.

 

 

A veces la tormenta estalla por adentro

en las oscuras rimas de no saber por qué,

de no obtener respuestas, más allá de un dolor

que se incrusta y, latente, permanece hasta el fin

para que lo mastiques, amargo cada día,

y te enfrentes desnudo con la realidad.

 

Que somos los escombros que quedan de la ruina

donde florece, efímera, la carne y la palabra

que mana sin filtrar desde lo más profundo

para hacerse de luz en el aire y el tiempo

como una mariposa que, aún tras su crisálida,

bate alegre las alas sobre el sueño del ser.

 

 

A veces anochece, en el alma, la vida.

Y, en la noche, el silencio musical de la luna

nos sube un universo impalpable a la boca

que se derrama, tibio e infinito, en los ojos

para que, respetuosa, sea dicha oración

y amanezca, de nuevo, en la voz otra vez.