«Cincuenta años de amor»
Ante el Dios de los cristianos yo juro,
que te quiero hoy más que te quise ayer,
deseoso de vivir un mañana
donde yo pudiera amarte más que hoy.
Mañanas sin agujas del reloj,
donde no pasara el tiempo a tu vera,
por ser siempre, los días primavera.
No son palabras que las lleve el viento,
son sentimientos de mi corazón
que te van diciendo lo que yo siento.
Deseos con amor de enamorado
sujeto a la hermosura de tu encanto,
me oprime el corazón, ya muy cansado.
Oscuras noches son mi perdición,
mi alma desea que salga la luna
para yo hablarle desde el corazón.
Y mientras la hablo me pongo contento,
al contemplarla en la noche estrellada
con lucecitas de su manto negro.
Ella me acompaña en mi desconsuelo
cuando a mi me manda estrellas del cielo
con notas de amor para mi consuelo.
Largas noches de mi incierto camino
están marcando la luz de mi sino,
_ la estrella errante de los peregrinos.
Llegaba el alba y se marchó la luna,
brillaron fuerte los rayos de sol,
alumbró mi alma que fue mi fortuna
colocando alas a mi corazón.
Y cuál gaviota que vuela en la mar
marcándole el rumbo a esos veleros,
navegó mi amor en busca del tuyo
para ser tu amante y tu prisionero.
Espumas del mar que bañan la orilla
se van ocultando en la rubia arena,
dejan sus huellas con su blanca sal
llevando entre ellas mi risa y mi pena.
Muchos son los años que llevo a tu vera
soñando y viviendo ese primer día,
siendo un chaval de pocas primaveras,
un beso me diste y fue melodía.
_Aún lo recuerdo,
_ lo llevo en el alma,
_encendido está cuál la luz del alba
y allá donde voy siempre me acompaña.
Mañana podré quererte más que hoy
que te quiero más que te quise ayer,
porque el beso que aquel día me diste
aún me sabe, a rubia y dulce miel.
José Ares Mateos.