Te levantaste al amanecer
el sol audaz
te iluminaba el cuello.
Celoso quise retenerte
en una caricia
que recorrió lentamente
la espalda desnuda.
Quedaste detenida
levantando los brazos
estirando el cuello
volcando la cabeza atrás
dejando que abrace por detrás
ese cuerpo anoche amado
abordado, gozado y hecho mío
en nacimientos del universo
que fue esta vez nuestro.
las cabezas se mezclan
mientras mis manos escalan
las montañas albas
iluminadas por el nuevo sol.
Nos decimos palabras bellas
para nada nuevas
que emergen como las estrellas
de la última noche
en la que ya concluida, te amé.
Tus manos, toman mis cabellos
y en un giro planetario
conjugamos ese beso
el último y definitivo
de miradas abiertas
queriendo retener
esa maravilla, que poco se da
que es el amar sin historias
contadas ni por crear.
Solo una despedida
quizá unas lágrimas
y las manos que se deslizan
entre ellas
por ese camino que es del otro
y que queda abandonado
de lo que por no querer
solo se pudo amar
con la fugacidad
de las estrellas que dejo pasar
sin deseos que desear.