Hace algún rato que con tu imagen y de tu nombre,
bendito nombre he creado un aria con la fuerza de un tiempo
y la musicalidad de la naturaleza guardada en los sentidos,
perfumada en la profundidad de mil fibras y las he inhalado,
inhale desde las raíces salitradas de mis pies hundidos
en la macerada carne del deseo, desde mis pies cansados
de deambular los caminos del apabullante silencio,
hasta la última membrana que recubre mi cabeza de anhelos.
Me he adentrado en ti manteniéndome lejos,
lejana de tu iridiscente iris, de tus brazos tibios dispuestos al abrazo
que no aciertan a arropar el sueño me he abandonado al sortilegio,
me dejó dormir el llanto, lo tiendo cual sabanas en la luna callada y fría.
No desvelo tu memoria, solo descarno mis entrañas
pariendo para tus oídos las arias que me convocas,
los poemas que me escurren y se hilvanan entre arterias
sintiendo y perviviendo el aliento que me golpea los besos
los nuevos y deshilachados besos del orgasmo
pero hoy, hoy no quiero negarlo está bien y lo que está mal
me suceden sin que me des mayor pretexto que mirar
mirar tu existencia, perfumando mis días y mis noches
¡Tan dulce la vida! Vivo estando muerta por tu encanto
Llega hasta mis huesos el invierno sin tocar si quiera la piel
la piel nacarada de tus manos, se me arruga el amor plisado
vacilante en las dudas de seguirte amando…