(Attende domine et miserere quia peccavimus tibi.)
Pecados la miseria acontecida
que susurran al oído su canción,
acribillando en su infamia el corazón
en las cortas esquinas de la vida.
Con su filo cortante y cizañero
van dividiendo el alma por pedazos,
que sucumbe en el mar de los fracasos
con un pecho abatido y prisionero.
Nos asfixian con sus zarpas adheridas
a los vivos resquicios de la mente,
y en abyecta procesión intermitente
nos opacan con sus mañas escondidas.
Son como un dominó que en su caer
arrastran por inercia lo mas bueno,
jugando en su malvado proceder
a inyectar su ponzoña y su veneno.
Confirman su miseria enseñoreada
con su forma fatal e inconsecuente,
expropiando lo noble de la gente
que queda reducida hacia la nada.
Son jinetes del mal, viles microbios,
que llevan la amargura en desbandada,
a abrevar en las fuentes demacradas
donde calman su sed con el oprobio.
Son coro con sus voces apagadas
que viven en la eterna penitencia,
de morar con sus raíces atrapadas
en la triste oscuridad de la conciencia.
AB. JORGE LUIS MURILLO ESTRADA
30-08-2010