Como si fuera un lloro de opacidad me detuve en el camino,
mirando paredes errantes, grises y blancas como mí celo,
pétalos que se abren lentamente y emiten un bálsamo suave,
imaginando la última palabra de una cita amorosa.
Tal parece mi latido voces intermitentes de ecos marinos,
mi conciencia no se resiste, pero soy frágil al ocaso,
se aproxima una ligera tormenta de compases disonantes,
bajo la luz reina un ensordecedor silencio.
Entre rimas, versos y palabras dibujaré la tarde,
trazando caricias y arrancándole el aliento a la calzada,
ven entonces crepúsculo no temas cautivarme por completo.
En la senda del postrer relámpago escucho párrafos tiernos,
todo parece sueños prefabricados que se alejan y se esfuman,
un atolladero distante de realidades se abstrae en el vacío.