Ay, Colombia mía y de todos. Bella princesa que me enamora y que hoy me dueles, al verte mancillada y herida por esos bastardos, hijos del dinero y la codicia,
Que tiñen de rojo, la juventud de tu gente.
Colombia de ella. Me gusta tu café, negro, espeso, reconfortante…pero no me gusta la negrura de tus noches donde tarda el amanecer, se apagaron tus luces, solo tus muchachos están encendiendo la fogata donde ardera de nuevo la luz de la vida.
Colombia, Colombia. Me gusta el rojo carmín de los labios de tus mujeres…pero no me gusta el color de la sangre por tus calles, donde hombres y mujeres defienden la primavera y siembran rosas…el amanecer tiene que volver a ser una poesía.
Ay, Colombia hermosa, me gustan las caderas y las piernas de tus mujeres cuando bailan salsa o un merengue, pero no me gustan verlos correr por tus calles y caer masacrados antes que inicie el baile final de la libertad y la noche oscura termine.
¡Dime Dios¡ … cuando vendrás a la tierrita de mi amada, protege a sus hermanos, cuidame a ella
Despoja a los poderosos de sus tronos como lo dice María en el Magníficat… ¡Ven ya!, porque los nuevos Herodes están mancillando tu paraíso.
Ven pronto señor a liberar al pueblo de mi amada, porque si su corazón esta triste, mi alma llora, si su sonrisa no está en su cara, la vida desaparece de mi cuerpo…estoy tan unido a su corazón como un siamés (aunque ella no lo sepa)
Señor, Padre bueno, Vuelve a poner en su boca la sonrisa aquella de los años vacanos,
Cuando el parche, era de putas y la poesía estaba en la hermosura de su gente,
Hoy se escribe desde una barricada, con tinta roja la desesperanza.
Tengo miedo del dolor, del sufrimiento, de la fealdad de los poderosos.
Que pena ver su risa convertida en llanto y desesperación, espero junto a un tinto,
Que el amanecer traiga la primavera a la tierrita de ella y acabe esta paila.
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO