Andela

Migajas

  Estaba la mano de Dios un poco dejada y las migajas que se lanzaban a las calles no eran recogidas por nadie. Migajas de pobreza, migajas de miseria, tantas y tantas migajas... A lo que unos cuantos tarambanas, tras encontrarse día tras día con la misma escena, se pusieron manos a la obra. Y viendo que Dios poco se molestaba en responder, trastocaron un poquito el panorama para ser pobres pero no miserables y poder disfrutar de lo que les quedaba.