Salía temprano
mirando hacia el cielo,
mirando adelante,
pensando en mis penas,
mis glorias extrañas,
mis cantos de arena,
mis pobres hilachas
de brillo y maicena.
Salía de noche,
muy tarde en la noche,
cantando bajito
sin pena ni gloria,
sin que me importara
sentirme contenta,
sentirme muy triste
si nada me alegra,
de pronto creer
que todo se arregla
si lo que se hace
lleva hasta una fiesta.
Salía contenta,
siempre caminando,
nunca me pondría
a esperar llorando,
saldría sin rumbo,
buscando una estrella,
un camino hermoso
rodeado de bellas
flores encantadas
de color canela.