Hoy abro la ventana
para que corra el aire
y me deleite el cielo
con su gravidez de invierno.
Siento que esto
les está vedado
a los presos politicos
nicaragüenses.
Solamente alimentan
sus deseos de libertad
entre barrotes enmohecidos
por la herrumbre
de la injusticia.
Hoy mis letras van por ellos
y para ellos
los que ponen el pellejo
para demostrar verdades
a la orilla de la muerte.
Sé que eso no importa
para los que no tienen
valor en el alma
y hacen llover sangre
encima del sufrimiento
con parrandas de victoria
desplumando de sus bocas.
Se nombran como ese
a quien olvidaron.
Son pobres de alma,
olvidaron a Sandino.
Es curioso mirarse
ante un espejo
que no nos da la cara
sino las conclusiones.
Luché por esa patria hermana
bajo el yugo de un déspota
y el escombro ha vuelto
a incendiarse.
Me descalzo del nombre
citadino
y como la hoja cae al piso,
mi pensamiento vuelve a desprenderse
y el cristal se enturbia
contra su mismo lecho
y vuelve a rugir por mis
hermanos el fondo
de mi casa.
Pobreza de alma,
delirios de grandeza.
Aquel no recuerda cuando
luchamos juntos
como los viejos jornaleros
transpirando libertad
en cada siembro.
Hoy se espanta con la verdad de la tierra.
Pobreza de alma,
salió del campo
y volvió la dictadura.
Hacedor de nieblas,
vestigio de balas,
dueño de nada.
Tu última cena está
preparada a control remoto.
Siempre fuiste engaño
y pobre de alma.
Gasta los días, meses
o años que te queden
Después, no tiene caso expiar culpas.
JUSTO ALDÚ
Panameño
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