NI DÁDIVAS NI MEDALLAS
No quiere aplausos ni vítores,
ni prebendas ni riquezas,
quiere que quién lea piense,
ponga en solfa la cabeza.
No quiere honores ni dádivas,
ni trueques ni premios extras,
quiere que la gente sienta,
quiere excitar la conciencia.
La sombra de la demencia,
sobrevuela entre corduras,
y piensa la criatura,
que ha perdido la cabeza,
es la hambruna la que piensa,
es el desprecio que medra,
es la sed, que en las entrañas,
hasta el aliento reseca.
No quiere aplausos ni vítores,
quien de corazón se entrega,
ni diplomas ni medallas,
quien está hecho de nobleza.
También las fuentes se secan,
también las bocas se callan,
y al borde del sentimiento,
va quedando la tristeza.
El saber llegó a los ojos,
de sabiduría plenos,
mirando entre los despojos,
halló la esencia entre ellos,
cruzó la mirada el límite,
donde ya no existe el tiempo,
y fue dejando tesoros,
ahítos de sentimientos.
No quiere darle la espalda,
a quien tendido se encuentra,
no quiere premios ni dádivas,
por izarle de la tierra.
No da el tiempo por perdido,
ni ante el huracán se arredra,
porque no quiere palmadas,
ni falsas risas ni muecas.
No quiere podiums ni títulos,
quien se entrega sin reservas,
y hace añicos de las rejas,
que a la verdad encarcelan.
Nunca renuncia al amor,
quien con pasión se rebela,
contra el malvado opresor,
no quiere oficios ni velas.
Así descubre el amor,
la razón de la existencia,
y revela el corazón,
sumido en el duermevela.
Angel L. Perez ®
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11/08/2021