En el mensaje,
silente de los mares
había paz.
Olas rizadas,
gigantes cabezudas,
hasta la playa.
Lechos de arena
para dormir con música
de las resacas.
¡Cuánta belleza
de algas y salitres
me regalaste!
Tardes y noches
buscando tus susurros
junto a la barra.
Muchos suspiros
salieron de mi pecho
hacia tus aguas.
No fue difícil
captar tanta hermosura
y estremecerse.
Y es que el silencio
nublaba los sentidos
y apasionaba.
¡Te quise mar,
te quiero y te preciso,
aunque estés lejos!
Rafael Sánchez Ortega ©
07/02/21
Es un recuerdo, como tantos, a ese ayer nostálgico en que algunas tardes, alguien, acudía a la barra para despedir el día y, a la vez, saludar y charlar con el mar. Ese mar verde y azul, ese mar sin nombre ni fronteras. El mar con mayúsculas y minúsculas, el mar real y con metáforas...