Hay quien vende humo
se mete en una barca
y cuelga el cartel de no hay
billetes
para el próximo espectáculo.
Hay a quien le joden el milagro
cuando baja la marea,
y le chapan el chiringuito,
paseando por la arena.
Hay quien se chuta un optimismo
que no le nace,
hace y deshace, ora y ayuna,
hasta ser ingeniero de la nasa.
Desde el púlpito el cura bendice
el vino que le traen
los vecinos
y reniega de los que le hacen ascos
al señor y su cosecha.
Yo, más hortera, me quedo con tus labios,
lejos del abismo que encontré
en cada carretera.
©