Te acercas cada día de puntillas,
en silencio, con pasos pequeños,
después de dulces sueños,
y en tanto en cuando, una pesadilla.
Me avisas a través de la celosía,
con tu reloj de luz cegadora,
para decirme que ya es la hora,
que debo empezar un nuevo día.
Acostumbrado a no compartir,
en el mundo de los sueños profundos,
apareces tú, como un trotamundos,
con diversos caminos a elegir.
Cada día llega una oferta ,
que se abre como un abanico,
como juguete de un niño chico,
que lo mantiene en alerta.
José Antonio Artès