Viernes y sábado, qué noches tan oscuras
noches que clamaban por un rayito de luz
entendí a los que sufren, a los que cargan su cruz
y con mi cruz a cuestas cargué mis amarguras.
Noches lúgubres, eternas, llenas de sereno
pero totalmente carentes de serenidad
¿por qué se me ha negado la felicidad?
Era mi amarga plegaria al Padre Eterno.
Pero de esas dos tristes y amargas noches
no quitaría de ellas absolutamente nada
inclusive dejaría los amargos reproches.
Porque ambas me han servido para valorarte
Para comprender que tú eres mi bien amada
Y dedicaré mi vida, toda mi vida, a amarte.
30/08/2010