Uno se echa a la carretera
en busca de experiencias,
desórdenes sensoriales
y vino de última cosecha.
Se perfora un labio
el lóbulo de la oreja,
si es necesario, hasta
las rodillas, y se acuesta
con la luna.
Deja los deberes sin hacer
disfruta que no veas
resucita como el más moderno
de los antiguos de los noventa,
y, por una noche, se la pelan
los impuestos y dónde ha aparcado
el coche. Hasta que
el nombre de pila
de la parienta, se le mete
en la guantera, en la cocina
con aparador, donde almuerza
la suegra. Y pisa con fuerza
el acelerador-.
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